El perdón se define como el acto de disculpar a una persona por un
agravio cometido en contra de otra persona, ya sea insulto, ofensa, lesión
física o afectación en sus bienes materiales.
El perdón implica a dos partes: la ofendida, que otorga en perdón,
y el perdonado que es la parte que cometió la ofensa y solicita el
perdón.
Hay dos tipos de perdonado o parte que ofende:
- El
perdonado que solicita el perdón como medio de conciliación con la persona
ofendida o para tranquilidad de su conciencia.
- El
perdonado que no siempre se sentirá culpable de la ofensa y podrá haber
casos en los que no le interese el perdón del ofendido.
Un elemento importante en el proceso de perdonar es la falta
cometida, esta es el acto que afecta o agrede a la persona ofendida, es la
acción cometida por el perdonado en contra del ofendido.
La gravedad de la falta es un factor clave para otorgar el perdón,
porque dependiendo de la gravedad es la afectación que provoca en el ofendido.
Entre mayor sea la gravedad de la falta, mayor será la afectación de la persona
ofendida y por lo tanto será mayor el estrago que cause en la mente del
ofendido.
Toda ofensa que se cometa en detrimento de una persona lleva consigo un
duelo de la persona ofendida. La duración del duelo puede variar, dependiendo
de la madurez de la persona ofendida para aceptar una pérdida o agravio, como
algo que está en el pasado y no en el presente.
El perdón se basa en la aceptación de lo que pasó, bueno o malo, pero
aceptar que pasó y que no se puede cambiar. Las cosas malas son parte de la
vida y a todos nos suceden, sea culpa de alguien o no, sean intencionales o no.
Y por lo tanto, eso sucedió en el pasado y no en el presente. Debemos seguir
con nuestra vida, dejarlo a atrás; buscando como solucionar el problema que nos
pueda haber generado para que no nos perturbar más en nuestra vida.
La falta de perdón ata a las personas al pasado, a un evento que no se
puede cambiar. También, las enfrenta a sentimientos negativos, como son: el
odio, la venganza y la desesperación; porque sienten que no se puede vengar ni
solucionarlo.
Cuando la persona no perdona afecta su espíritu y sus emociones. Hay
personas que pueden sufrir de depresión, que puede padecer por el daño moral
que les hayan causado, no pueden concentrarse porque constantemente están
pensando en lo que fueron afectadas. Se pierde contacto con la realidad y con
lo que nos rodean, así como con los seres queridos.
Tenemos que tomar en cuenta que cuando perdonamos no significa que
estamos de acuerdo con lo que pasó, ni que lo aprobamos, sobre todo sí es una
acción moralmente mala. Tampoco, significa que lo vamos a olvidar, porque es un
evento que tuvo un impacto en nuestras vidas y por lo tanto se quedó
grabado en nuestra mente. Ni darle la razón a alguien que te lastimó, solo por
mantener una buena relación con esa persona, cualquiera que sea el motivo. Lo
que realmente significa perdonar es dejar de darle importancia a lo que
sucedió, no pensar en ello.
Cuando el hecho que nos ofendió ya no nos afecta, tampoco nos altera con
sentimientos violentos como el odio. Permitiendo que la persona vuelva a
desarrolla una paz interior que le permita ser feliz.
Hay cosa y eventos que no podemos cambiar y que así son; y seguirán
siendo, debemos entenderlo, tal vez no estemos de acuerdo, pero en esta vida no
todo es como nosotros lo deseamos, así es la realidad. Así que solo podemos
dejar las cosas como están y continuar con nuestras vidas.
La decisión de perdonar solamente la puede tomar la persona ofendida,
ejerciendo su libre albedrío. Porque cuando una persona accede a perdona por
sugerencia de otras personas, para sobrellevar una situación específica; no lo
hace de corazón ni con plena conciencia de que es bueno para ella y para el
perdonado. Lo que sucederá es que el perdón no fue real y la persona seguirá
resentida por la ofensa, por lo tanto no se resolverá nada.
La persona ofendida deberá tomar la decisión de perdonar de forma libre
e individual, ejerciendo su libre albedrío, una vez que haya aceptado que el
agravio sufrido es parte del pasado y quedó atrás. La persona deberá ser fuerte
para reconocer y aceptar su pérdida, la realidad actual, como algo que no se
puede cambiar; y ver al futuro para continuar con su vida.
El perdonar depende de la fuerza de voluntad de una persona, nadie puede
perdonar por otra persona, pueden ayudarla o apoyarla a perdonar, pero llevar a
cabo el acto de perdonar depende de cada uno y del esfuerzo que haga día a día
para dejar de preocuparse por la ofensa que le cometieron.
Se requiere de la fuerza de voluntad para lograr dejar atrás el pasado,
poniendo medios para dejar de pensar en lo que nos sujeta al odio,
involucrándonos en actividades nuevas o simplemente volver a nuestras actividades diarias con más ánimo y constancia. También, pensar en las personas
que nos rodean y nos quieren, que se preocupan por nosotros y nuestra
falta de ánimo.
No dejarnos abatir, cuando volvamos a sentirnos abrumados, al contrario
mantenernos firmes para lograr un cambio en nuestra actitud. La constancia es lo
que nos va ayudar a sobreponernos. Nunca esperar un cambio en nuestros
sentimientos de la noche a la mañana, es algo que debemos trabajar día a día.
De ahí la importancia de trabajar nuestra fuerza de voluntad y constancia, como
herramientas para lograr un cambio en nuestros sentimientos y poder seguir
adelante con nuestra vida sin anclas que nos aten.
El perdón es una expresión de amor a quien perdonamos, pero
principalmente a uno mismo; porque nos liberamos de una carga emocional que nos
altera y enoja, nos detiene en el tiempo en un suceso negativo, cruel y
violento contra nuestra naturaleza. El perdón nos libera del odio, del coraje y
nos impulsa a seguir adelante sin esa carga. No significa que olvidemos la
ofensa, sino que no nos afecta más en nuestra vida.
Podemos recordar la ofensa con tristeza, pero no con odio o
resentimiento, solo como uno de tantos eventos de nuestra vida.
Perdonar es independiente del perdonado, tal vez él o ella no sepan que
fueron perdonados; o no les importa en absoluto ser perdonados. El perdón solo
es para el que lo otorga, porque deja atrás algo que le afectaba para seguir
con su vida y concentrarse en cosas que son importantes para su crecimiento
como persona y de los que ama.
El perdón beneficia al que lo otorga porque le permite seguir con su
vida sin ligaduras ni resentimientos, lo ayuda a madurar como persona, le da
dignidad y autoridad moral.
También, beneficia al que lo recibe cuando realmente está arrepentido de
lo que hizo y quiere el perdón para mantener una relación de amistad o
hermandad con la persona que ofendió.
Cuando se perdona a una persona, es dar la importancia a las cosas que
lo merecen, poner en orden nuestros valores y prioridades; ¿qué puede ser más
importante que un ser humano? Nada puede ser más importante que una persona.
El perdón es aún más importante cuando se da a una persona que tiene un
vínculo con nosotros, ya sea familiar o de amista, porque se restablece el
vínculo que nos une con ella. Todas las personas disfrutan de compartir con los
que aman, eso las hace felices, entonces porque privarnos de esa felicidad por no
perdonar a un ser querido.
Cuando amamos a una persona, queremos lo mejor para ella, queremos que
sea feliz. Pero si esa persona pide perdón por lo que hizo, porque se siente
mal y se ha dado cuenta que fue algo que nos afectó, ¿por qué no dárselo? Si
sabemos que con el perdón se sentirá feliz y nosotros también porque la
queremos.
De esta forma el perdón es un acto de amor y de fraternidad que une a
dos personas. Adicionalmente, en este acto se liberan a las dos partes de una
carga y las deja libres para continuar su vida.
Perdonar es un proceso que se lleva a cabo de forma personal; cada
uno a su ritmo y su forma. Se puede perdonar poco a poco, un paso a la
vez.
Un primer paso, para empezar a perdonar es ocuparnos en algo, como
puede ser una acción encaminada a impedir que lo que nos sucedió no vuelva
a pasarle a nadie. También, podemos empezar un trabajo nuevo, algo que
signifique un cambio de lo que hacíamos antes del evento que nos dañó. Lo más
importante es seguir adelante con nuestras vidas y sentirnos libres.
Solo cuando perdonamos podemos disfrutar el presente, tener esperanza y
ver el futuro con optimismo.
Perdonar es independiente del castigo, si un preso es perdonado por la
persona que lastimó, es independiente de la pena que reciba por infringir la
justicia humana. O tal vez, la justicia lo declare inocente y lo libere de los
cargos, pero la persona agravada no lo perdonará, porque considera que es
culpable y debe pagar su culpa. En resumen, el perdón de la persona agraviada
es independiente de la justicia y de lo que otras personas piensen sobre si es
culpable o no.
Como ya hemos mencionado, el perdón libera a la persona agraviada,
independientemente si la otra persona es culpable o no, si quiere el perdón o
no. El perdón es un acto liberador que permite a la persona que lo da continuar
con su vida, concentrado su mente en cosas más importantes para su paz y
felicidad.
Como habíamos mencionado perdonar es un acto de amor al prójimo. Dar el
perdón es dar algo que nos hace falta y nos duele desprendernos, no estamos
dando nada que nos sobre.
Cuando perdono me desprendo de mi coraje, angustia y dejó de pensar en
mí para pensar en los demás, en la persona que tengo que perdonar.
El amor empieza con uno mismo. Quien no se ama, no puede amar a los
demás, porque desconoce el sentimiento del amor y no lo tiene. Y nadie puede
dar lo que no tiene, si no tiene amor no lo puede dar.
Si no tiene amor para dar, no puede perdonar, porque perdonar es un acto
de amor al prójimo y a uno mismo.
Pasos para vivir el perdón
Tolerancia a la frustración
Oración profunda
Aceptación
Fuerza de voluntad
Respeto por uno mismo y por los demás
Perdonarse a sí mismo
Entender a los que nos han ofendido
No juzgar
Ser constante
Renunciar a situaciones negativas y a venganzas
Evitar el orgullo
Tranquilizarme ante los momentos difíciles
Perdonar al otro como Dios me perdona
Ser una persona digna
Buscar la paz y felicidad
Ver el futuro con fe y optimismo
“El perdón cae como lluvia del cielo a la tierra. Es dos veces bendito.
Bendice a lo que lo da y al que lo recibe.” William Shakespeare
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